cultura libre, enlazar es bueno, geek es sexy, Instantáneas cotidianas, odios diversos

Creative Commons en Venezuela (y lamento valenciano)

Lo que me estoy perdiendo: Vista de Buenos Aires y el Palacio Barolo, de noche por Beatrice Murch, CC BY

A principios de año, comencé a hacer planes para asistir a la Cumbre Global de Creative Commons, a realizarse en Buenos Aires este año. Mi pasaporte estaba por vencer así que inicié trámites en el SAIME para renovarlo, cometiendo el error de aceptar el servicio de entrega a domicilio. El pasaporte estuvo listo, pero si me sigues en Twitter sabrás que tengo desde marzo siendo peloteada por el SAIME en todas sus instancias, porque la entrega a domicilio jamás ocurrió y a pesar de haber ido a pedir, llorar, exigir y suplicar que me lo entregaran, nadie sabía dónde estaba mi pasaporte.

Me lo entregaron hace dos días, y siempre había estado en el mismo lugar.

Por supuesto, a pesar de todos mis esfuerzos, perdí el viaje, ya que tenía que haber comprado el pasaje hace al menos dos meses e iniciar trámites con CADIVI para las divisas hace al menos un mes. Perdí el viaje y con ello, perdí la oportunidad de estar en la Cumbre y presentar mi ponencia.

Como no tiene sentido llorar sobre la leche derramada (aunque sí que lloré), acá dejo la investigación que iba a presentar en la Cumbre, sobre la compatibilidad de las licencias Creative Commons con la legislación venezolana en materia de derecho de autor.

Y nada. Seguiré la Cumbre como todos los demás, por el hashtag #CCSum.

DescargaCompatibilidad de las licencias Creative Commons con la legislación venezolana en materia de derecho de autor (PDF)

Estándar
ficciones y aflicciones, hablando seriamente, odios diversos, opinología

La máscara falsa del fracaso: el síndrome del impostor

En los últimos meses, muchas mujeres a las que sigo (mujeres exitosas, admirables, brillantes y llenas de logros) han mencionado o escrito sobre el síndrome del impostor. No sé si es una epidemia. Dicen que afecta más a las mujeres que a los hombres; no sé si sea cierto, pero es un riesgo silente que nos hace autodiscriminarnos, renunciar a cosas que nos merecemos, valorarnos menos y marginalizarnos. Sheryl Sandberg dice:

Fotografía de Gabriela Ferreira, bajo licencia CC BY-SA 2.0

El síndrome del impostor es cuando nos sentimos como fraudes. No sentimos que nos hemos ganado nuestro éxito. Salimos bien en una prueba y es que tuvimos suerte. O hacemos algo bien, y es porque alguien nos ayudó.

A pesar de que se le asocia especialmente con el mundo académico (y sobre este campo versan la mayoría de los artículos y estudios que he leído al respecto), tal parece que quienes queremos escribir, al menos, sufrimos de una suerte de síndrome de impostor perenne, y también me da la impresión que se extiende a cualquier oficio artístico. No está reconocido como una enfermedad mental; es simplemente la incapacidad de internalizar los logros. Si ganamos un premio, fue casualidad. Si nos halagan una cualidad, lo hacen por ser amables (y en cualquier momento se darán cuenta de que nos confundieron con otra persona).

Hay ejercicios para combatir el síndrome del impostor, pero en lo personal, el solo hecho de saber que era «una cosa», es decir, que los demás podían sufrir de esa sensación, ayuda a pensar que quizás, sólo quizás, la idea perenne de que somos un fraude y de que en cualquier momento nos van a desenmascarar sea eso, un problema de percepción y no una realidad, y quizás, sólo quizás, nos ayude a superarlo, o al menos a convivir con eso y seguir adelante. Ése es el primer tip: aprender que no se está solo, y que otras personas también lo sufren. Luego, aprender a no rechazar cumplidos y hacer una lista de las cosas que hacemos bien son los siguientes pasos en el «tratamiento».

En la lista de enlaces de abajo hay diferentes recomendaciones y artículos de otras personas que han escrito sobre esto.

Me gustaría que si alguna vez te has sentido un impostor, me lo dijeras en los comentarios: ya sabes, para sentirme menos sola.

  • Síndrome del impostor en Wikipedia
  • El síndrome del impostor, por Joana Bonet
  • Cómo combatir el síndrome del impostor
  • Cómo sobrellevar el síndrome de impostor
  • Overcoming Impostor Syndrome
  • Ada Initiative: Impostor Syndrome Training
  • Estándar
    notas al margen, odios diversos

    De mayor quiero ser mujer florero

    Acabo de ver la película La dama de hierro, con Meryl Streep. Este post va sobre eso, y sobre cómo un día compraré una pistola eléctrica y me vengaré de los babosos de la calle. Si tienes opiniones fuertes contra el feminismo, quizás prefieras leer otra cosa, como la prensa o algo así.

    …y hablaré sin parar de mi día casero,
    no me miras, no me escuchas, ¡ay, cuánto te quiero!
    (Ella baila sola, Mujer florero)

    Meryl Streep es mi ídolo, y creo que podríamos empezar por ahí. En La dama de hierro, se transforma en una Margaret Thatcher anciana, acosada por la demencia senil y por los fantasmas de una vida difícil, la vida de una mujer polémica que se convirtió a sí misma en líder de un partido y de un país, contra los paradigmas de su tiempo. Meryl Streep como Margaret Thatcher
    Podemos pensar cualquier cosa acerca de las políticas que Thatcher implementó, pero hay que concederle que no se dejó vencer por las circunstancias. No era, desde luego, su intención ser un ícono feminista (y por otra parte, tomar como modelo a una mujer que ordenó la muerte de trescientos argentinos sin motivo alguno es por completo otra discusión), pero me parece un buen ejemplo sobre cómo una mujer con poder es odiada de modos completamente distintos a un hombre con poder. Gadafi puede ser recordado como un asesino, pero Thatcher es una «perra». Cuando una mujer decide ponerse al frente de cualquier tipo de emprendimiento, deberá enfrentar cuestionamientos relacionados con su apariencia física, su manera de vestir, su vida sexual y sus habilidades domésticas.

    Una de mis escenas favoritas es la del día en que Margaret, aún muy joven, asume su puesto como la única mujer en el parlamento, y al entrar al baño de damas encuentra un cuarto vacío donde sólo hay una silla y una mesa de planchar. Y quiero comenzar con esta imagen, porque es la que me lleva a -por fin, luego de un par de meses de pensarlo- llegar a casa y escribir este post.
    Comienzo por decir que esa escena estática, el cuarto vacío y la mesa de planchar, no están tan superados como algunas personas parecen creer. Las mujeres nos seguimos enfrentando a esta clase de estereotipos cada día, estemos o no conscientes de ello. La misma Meryl Streep, que como ya dije, es mi ídolo, contó en un discurso de graduación en el Barnard College (que es una universidad para mujeres) en el 2010, cómo en su adolescencia creó un personaje para adaptarse a las expectativas de los demás, en lo que llamó “un ejercicio de sobrevivencia”:

    Ajusté mi temperamento natural, que tiende a ser ligeramente mandón, un poco testarudo, ruidoso, un poco ruidoso, lleno de declaraciones y de ánimo optimista, y deliberadamente cultivé suavidad, amabilidad, un tipo de dulzura natural, vivaz, incluso cierta timidez si así lo desean, que era muy, muy efectivo en los chicos (…). Ya saben, una chica que se reía mucho de cada cosa estúpida que cada chico decía, y que bajaba la mirada en el momento correcto y defería, que aprendió a deferir cuando los chicos dominaban la conversación.

    Función y valor

    Una de las frases que más me molestan en el mundo (y he aprendido a bajar los ojos cuando la escucho, como Meryl, porque nadie entiende mi molestia) es esa cosa tan políticamente correcta de “ella es hermosa por dentro y por fuera”. Me molesta, realmente me molesta, que una mujer tenga esta obligación social de ser “bella por fuera”, como si una mujer fuera un cuadro o un florero. Los seres humanos, en general, no deberían llevar sobre sí el peso de cumplir con ciertas características externas consideradas representativas de la “belleza”, porque los seres humanos no son objetos y no tienen funciones decorativas. El personaje de Margaret Tatcher en la película de la que vengo hablando, dice en cierto momento que en su tiempo, lo importante era hacer algo, y que ahora lo importante es ser algo. Pues bien, hace tiempo que me temo que el mundo considera que las mujeres tenemos (por sí sola, o acompañada de otras) una función decorativa: ese “es tan bella por dentro como por fuera” pareciera implicar que el 50% de mi valor como ente en la sociedad viene dado por mi apariencia externa, por la forma de mi nariz o de mi boca. Una mujer “bella” cumple una cierta función, y en apariencia, es considerada de más valor que una mujer que sólo es “bella por dentro”. En consecuencia, una mujer que engorda, o que “no se sabe arreglar”, se considera que se sale de los parámetros que debe cumplir, y se espera -y se le hace saber que se espera- que haga los ajustes, sacrificios o cambios que sean necesarios para ajustarse de nuevo a estos parámetros: que adelgace, se maquille, se compre ropa nueva, se ponga implantes, se eche cremas o de una vez se haga una blefaroplastia con terapia de bótox y liposucción de cuerpo completo.
    La única conclusión válida que consigo obtener de esto es que ser “bella” es considerado una función de la mujer, puesto que el valor de un objeto (objeto en el sentido cognoscitivo de la palabra) viene dado por el hecho de que cumpla correctamente su función: un martillo debe martillar, una nevera debe enfriar, un hombre debe ser productivo, una mujer, según parece, debe ser bella.
    Desde hace dos años, habiendo cambiado de ámbito laboral a uno donde, aparentemente, se “valora” mucho la “belleza”, me encuentro todos los días con algún hombre a quien le parece propicio, en vez de escuchar lo que estoy diciendo y contestar de manera acorde, responder con un comentario sobre la belleza de mi boca o de mi pelo. ¿Qué carajo tiene que ver mi boca o mi pelo con la edición de libros? Pues yo no lo sé.
    Conozco decenas de mujeres para quienes esto no es un problema; que, por el contrario, se sienten en posición de ventaja al poder manipular a los demás de esta manera: si tu interlocutor no te está escuchando porque te está viendo las tetas, es más fácil hacer que acepte cualquier cosa que digas. Sin embargo, yo creo que a una persona que se encuentra en cierta posición de dirección, o en general, a cualquier persona que quiera ser tomada en serio, le molestaría encontrarse en una circunstancia como esta. Tal como yo lo entiendo, la “función” de un ser humano no puede ser meramente estética: ni siquiera creo que una mascota deba tener una función estética (y me horrorizan los perros con lacitos en la cabeza). Si somos seres capaces de crear, sentir y pensar, nuestra función en el mundo debería ser la de aportar algo a éste o a las personas que nos rodean, algo único e irrepetible, algo trascendente.
    Por supuesto, no quiero que se tomen esta larga queja como si yo no tuviera también una gaveta llena de maquillaje, como si no le dedicara tanto tiempo a mi pelo como a pensar en este post, en la fútil e inconquistable lucha por lucir como si pudiera ser la portada de Marie Claire: Natalie Portman en la portada de Marie Clairepor el contrario, todo esto viene precisamente de ese lugar, del rincón de mi cabeza moldeado por demasiados anuncios de Dior, donde dice que tengo, yo también, la función de ser delgada, hermosa, elegante y femenina; que calladita me veo más bonita, porque a los hombres no les gustan las mujeres contestonas; y que si no logro todo esto, habré fracasado como mujer.
    La ratificación de mi teoría ocurre cada vez que algún tipo por la calle considera procedente acercarse a menos de dos centímetros de mi oído y decirme cualquier babosada asquerosa, quedándose tan tranquilo. ¿Qué le hace pensar que yo quiero escuchar eso, o que tiene derecho de irrespetar mi espacio personal de esa manera? Sencillo: que yo no soy una persona, sino un objeto, una cosa decorativa para disfrute de los demás. Ésta es la razón por la cual, algún día, me compraré una pistola eléctrica y le haré saber al siguiente baboso de la calle la función de ésta, que espero sepa cumplir correctamente.

    Pueden ver el discurso de Meryl Streep en YouTube, o leer el texto completo en inglés. También pueden leer un poco sobre Margaret Thatcher en Wikipedia. Y si les gusta leer cómo me quejo, pueden suscribirse por RSS o por email, o seguirme en Twitter, donde hablo sobre libros, películas y series que me gustan, y me quejo en tiempo real.

    Estándar
    apuntes sobre el oficio de escribir, cortito cortito, ficcionando, notas al margen, notas al pie del manual de la vida, odios diversos, randomness

    Tanto, tanto ruido

    Va sin acentos por culpa de Android

    «Ruido de tenazas, ruido de estaciones, ruido de amenazas, ruido de escorpiones. Tanto, tanto ruido.» (Joaquin Sabina)

    Deambulo por los pasillos, por las calles, por los museos, buscando un lugar para escribir. Encuentro un jardin bonito, bien iluminado, compro un cafe, me siento. Cinco minutos, tres lineas luego, un anciano aparta una silla de mi mesa y se sienta. Me pide la hora. Luego, comienza a hablar de una mujer a quien le dieron un tiro. Un tiro en el pecho, dice, aqui, aqui. La sangre le bajaba por el brazo. Una santa, dice, era una santa. Verdad que era una santa? Un tiro en el pecho, tenia…
    Busco cualquier excusa y me levanto en busca de otro sitio. Encuentro un banco de cemento, amplio, mucho mas lejos, solo. Me siento. Tres lineas luego, una pareja se sienta a mi lado. Son jovenes. Durante un rato permanecen en silencio. Intento seguir escribiendo a pesar de su presencia. A los pocos minutos ella dice, en tono de reclamo, ?Entonces? Entonces, nada, dice el. Trato de aislarme, pero me llegan fragmentos de su disputa, y sus voces se van alzando mas y mas. Todo contigo es un problema, dice el, uno te dice mira, mira este libro y vos que, que miras, vos miras todo menos a mi, y ella dice, Vos no sabes comprometerte, yo no entiendo que haces conmigo si tanto te molesto, y el dice Cortala, todo el mundo te esta escuchando.
    Me levanto y me voy una vez m?s. Encuentro otro lugar. Una mujer con un bebe llorando. Encuentrl otro lugar. Un discjockey frustrado, de los que ponen reggaeton a todo volumen con los altavoces de sus celulares.
    Me levanto y me voy. En la habitacion -lo se- me esperan los taladros hidraulicos de la construccion.
    Hoy no es el dia, me digo, y me resigno.

    Publicado desde WordPress para Android

    Estándar
    notas al margen, odios diversos, qué cosas ¿no?, randomness

    De Diosa Canales y mis contradicciones ideológicas

    Me siento impulsada desde hace algunas semanas a poner en orden mis ideas y hacer una confesión: La verdad es que Diosa Canales no me cae tan mal como quisiera, o al menos, como una parte de mí siente que debería caerme.
    Diosa Canales, en la foto con más ropa que pude encontrar

    Mi Twitter y mi Facebook permanecen inundados de opiniones sobre el comportamiento y carrera artística de Diosa, por lo general negativos. Y yo, como feminista recalcitrante, a veces exagerada, no puedo sino sentir que mis propias opiniones van y vienen como una veleta.
    Sigue leyendo

    Estándar
    Activismo, cultura libre, en bits y bytes, odios diversos

    Por qué no me gusta la #SOPA y a ti tampoco debería gustarte

    El próximo 24 de enero, una ley llamada Acta de Cese para la Piratería Online, conocida por sus siglas en inglés como SOPA (Stop Online Piracy Act, o Ley HR3261) podría ser aprobada en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos. La mayoría de los lectores de este blog vienen de países distintos a EE.UU., así que supongo que estarán preguntándose qué les puede interesar una ley que se apruebe en gringolandia. Pero resulta que sí.

    Resulta que esta ley, de aprobarse, podría acabar con Internet tal como la conocemos.
    Este proyecto de ley, bajo la excusa de proteger la libertad de expresión, otorgaría al Departamento de Justicia estadounidense poderes para solicitar órdenes judiciales contra aquellas personas que sean acusadas de facilitar o permitir infracciones a la propiedad intelectual. Las palabras claves: «permitir o facilitar». Esto significa que la ley convierte a los proveedores de servicios de internet, a los motores de búsqueda como Google, a los proveedores de servicio de pago como PayPal, y en general a las páginas web, en cómplices y culpables del «delito» de «infracción de copyright».
    Jane Wells, representante de WordPress, señala:

    En el sistema legal americano, la carga de la prueba recae sobre el acusante, y la gente es inocente hasta que se le prueba culpable. Este principio parece estar en discusión cuando se trata de la web, si esta ley es aprobada, puesto que las compañías podrían echar abajo sitios web basados meramente en acusaciones.

    El objetivo de esta ley es proteger contra la piratería aquellos contenidos protegidos por propiedad intelectual, y la forma en que se planea realizar esta protección es casi omnipotente: bloqueo de webs, eliminación de enlaces a contenido desde motores de búsqueda, bloqueo financiero (como el que se hizo a Wikileaks con PayPal). Del mismo modo, como señala Wells, los ISPs obtendrían inmunidad para bloquear cualquier sitio web que sea presuntamente culpable de una infracción de copyright, sin ninguna clase de procedimiento previo.
    Esta ley no afectaría únicamente a los sitios web estadounidenses, sino que, tal como señalan en Omicrono, hay diversas formas en las que el gobierno americano podría bloquear o inutilizar un sitio acusado de violar el copyright:

    Alterar los servidores DNS de los proveedores de internet para que ciertos sitios web no sean accesibles, (…); Pedir a los motores de búsqueda que alteren sus algoritmos de búsqueda para excluir a toda página sospechosa de los resultados; (…) Se pueden cerrar cuentas por ejemplo de servicios como Paypal de páginas que alojen material copiado ilegalmente

    Este video de siete minutos, en español, explica de qué va la ley SOPA.

    La hermana de la SOPA: PIPA.

    La Protect IP Act es el proyecto de ley que permitiría al gobierno estadounidense aplicar la SOPA a sitios web que no estén alojados, operados o registrados en los EEUU. De este modo, permitiría la obtención de una orden judicial contra los proveedores de transacciones financieras, los servicios de publicidad en Internet (como AdSense), los proveedores de servicio de internet y las «herramientas de localización de información» (como Google) para exigirles que terminen con todo tipo de transacciones financieras con el sitio «infractor» y que eliminen los enlaces a éste, e igualmente podrían ordenar a los DNS que tomen medidas para que la dirección IP del sitio en cuestión no pueda ser resuelta. De este modo, la única forma que restaría para acceder a un sitio «infractor» sería a través de su dirección IP directa.
    Una de las preocupaciones más graves planteadas contra SOPA y PIPA es que su puesta en práctica requeriría por parte de los ISPs la aplicación de inspecciones profundas de paquete (Deep Packet Inspection), que implicarían la revisión y el análisis de todo el contenido transmitido por el usuario, lo que conlleva violaciones graves al derecho a la privacidad. Igualmente se ha planteado que la aplicación de la ley plantearía riesgos mayúsculos para la seguridad del usuario en Internet.


    Estás en EEUU aunque no lo sepas

    Hace una década, más del 70% del tráfico en Internet pasaba por los Estados Unidos. Hoy se estima que esta cifra ha bajado a menos del 30%. Sin embargo, un sencillo traceroute a cualquier página que nos interese, como por ejemplo, la que estás viendo (que está alojada a través de un servicio de hosting venezolano y escrita en Venezuela), nos demostrará que incluso la IP de esta página es estadounidense. Pero podemos hacer un traceroute, por ejemplo, a Alt1040, o a Letralia, algunas de las páginas más visitadas que se me vienen a la mente, y veremos que al menos en uno de los saltos («hop») la IP será estadounidense. Inténtenlo ustedes mismos con la página que se les ocurra. En cualquiera de estos puntos, el tráfico podría ser obstaculizado por esta ley, como si de una aduana electrónica se tratara.


    Es la leeeey del Oeste

    En materia de propiedad intelectual, la ley estadounidense es la más protectora del mundo, por no decir la más leonina. El sistema legal norteamericano les permite extender el lapso de propiedad intelectual de las obras sobre las que exista un interés económico cada vez que éste se encuentra por expirar, lo que ha permitido mantener a Mickey Mouse más de cien años dentro de la protección por copyright.
    De cualquier modo, Estados Unidos no es el mundo, y las leyes de propiedad intelectual tienen limitaciones territoriales y varían de país a país. Por ejemplo, en Venezuela, la obra entra en dominio público sesenta años después de la muerte del autor. Sin embargo, mediante la aplicación de SOPA y PIPA, Estados Unidos pretende que a mí, a ti y a cualquier siberiano se le pueda forzar a cumplir unas limitaciones que no le son aplicables de acuerdo a la ley. Esto es, ya que el gran Francis Scott Fitzgerald, de quien soy fan absoluta, tuvo la mala idea de morir en 1940, yo podría, de acuerdo con la legislación de mi país, enlazar acá (o copiar completa) su novela El gran Gatsby, considerada una de las obras maestras de la literatura del siglo XX. Ah, pero resulta que El gran Gatsby no entra en el dominio público en los EE.UU. hasta el 2021, al menos, y en consecuencia, si SOPA y PIPA son aprobadas, este blog podría ser bloqueado como consecuencia del legítimo ejercicio de mis derechos realizado cuatro líneas atrás.
    Un proyecto de ley llamado OPEN (Online Protection & Enforcement of Digital Trade Act) intenta oponerse a SOPA, con el interés de «proteger la propiedad creativa en América [del Norte] al mismo tiempo que asegurar el Internet abierto y accesible que te mereces». Asimismo, los propulsores de OPEN desean abrir el proceso legislativo con una herramienta llamada MADISON, que, si entras a la página de OPEN, te permite leer, añadir comentarios y editar el proyecto de ley.
    Por su parte, más de treinta empresas, incluyendo a Google, Facebook, Twitter, Yahoo, Wikipedia, Amazon y Paypal planean dejar de prestar sus servicios el 23 de enero como medida de presión.

    Si escribes Google en Google, se rompe Internet

    En lo personal, creo que una vez más, los legisladores muestran su completa ignorancia en cuanto al funcionamiento de Internet, o como se señaló más elegantemente en el blog de WordPress, que «las personas que escriben estas leyes no son las personas que escriben la web independiente, y no están allí para protegerla, así que tenemos que luchar por ella nosotros mismos». Creo que esta gente pretende romper el Internet al más puro estilo de The IT Crowd, pero de una manera mucho menos cómica.

    Ahora te toca actuar

    Para que Internet se mantenga libre, neutral y accesible, nos corresponde a nosotros, los que la usamos, la construimos y la transformamos, actuar en contra de las iniciativas que pretenden bloquearla. Podemos difundir los artículos que leamos al respecto (como éste, éste o éste, o el que estás leyendo, a través de los botones al final del post). Podemos escribir nuestras opiniones al respecto en blogs o redes sociales. Podemos firmar esta petición de Avaaz que será llevada ante el Congreso, aunque no seamos estadounidenses. Podemos contarles a los demás lo que está pasando. Lo único que no podemos hacer es quedarnos callados.

    En otros blogs:

    Para seguir detestando la #sopa.
    SOPA: O cómo Internet se convertirá en televisión.
    WordPress se manifiesta contundentemente contra la ley SOPA y llama a movilizaciones en su contra.
    Qué significan SOPA, PIPA, y qué puedes hacer sobre ello.
    Stop Online Piracy Act o SOPA, el ataque definitivo a Internet.
    Dear Congress: It’s no longer OK not to know how the Internet works.

    Estándar
    odios diversos, qué cosas ¿no?, randomness

    El día en que dejaron de gustarme los Snickers

    Veía televisión con mi mamá (Discovery H&H, para completar la escena) cuando salió este comercial. La miré, me miró.
    Creo que no hace falta explicar que me criaron para repudiar este tipo de cosas. Lo que quisiera saber es qué estaba pensando el «creativo» al que le pagaron para crear esto, el responsable que aprobó el concepto, los actores que participaron, todos. ¿»Te pones como nena»? ¿Se cae de la bicicleta porque es nena, reacciona mal porque es nena, o no puede hacer deportes porque es nena? Todavía mejor, después de comerse el Snicker está «mejor», vuelve a ser hombre. ¿Ser hombre es «mejor» que ser «nena»?
    ¿Ah, Snickers? ¿Ah?
    Busqué en Google y resulta que no es sólo este comercial, sino que toda la campaña de Snickers está enfocada en esta misma visión atávica de la vida. Acá uno en inglés:

    Ya lo sé, lamentablemente, la publicidad machista es lo que abunda, y si nos ponemos a hacer listas y a buscar ejemplos, no terminamos hoy. Pero no puedo permitirme mirar esto y no decir nada, no hacer que alguien lo vea, dejarlo pasar sin más. Porque me hará sentir que, algún día, lo veré y no sentiré nada, no significará nada, y entonces, eso querrá decir que me habré acostumbrado.
    No tengo comentarios con respecto a esto, y sé que a Snickers, y a Mars en general, no le duele para nada haber perdido un cliente. Pero esta nena prefiere darle su dinero a marcas que le tengan un mínimo de respeto.

    Estándar